¿Cómo asimilaron los alumnos
estas enseñanzas de sus maestros? A los atenienses no les
basta ser la ciudad principal, quieren ser la ciudad que manda
sobre las otras ciudades y se beneficia de ellas. Si tienen poder
para hacerlo les corresponde hacerlo. Es la dike de la
naturaleza. Así, disponen que ciertas causas judiciales
sólo puedan ser vistas en Atenas; el tesoro de la Liga de
Delos al que habían contribuido todas las ciudades de la
Liga y estaba guardado en Delos, es trasladado a Atenas para uso
exclusivo de los atenienses; cuando Esparta propone la paz
deciden continuar la guerra entusiasmados con la moción de
que, en adelante, la guerra se financie sólo con tributos
de las otras ciudades. También era dike de la
naturaleza que la asamblea ateniense hubiese empobrecido con
excesivos impuestos a sus conciudadanos ricos; también que
hábiles acusadores manipulasen las pasiones
políticas de los jueces para quitar a otros sus
propiedades; también que los llamados sicofantas tuviesen
la habilidad de ganarse la vida chantajeando a otros con la
amenaza de una demanda.
La ciencia y la moral griegas parecen en
trance de muerte. Pero, si fue admirable empresa de unos griegos
iniciar el camino de explicar el mundo con la razón sola
rodeados como estaban de una cultura que explicaba todo con
dioses, es también empresa admirable que otros griegos
iniciasen la búsqueda de la verdad ética y de la
verdad política en la Atenas de los sofistas. El primero
en hacerlo fue Sócrates y le costó la
vida.
Sócrates
Nacido por el año 470 A. C., unos
ocho años antes de que el filósofo
Anaxágoras llegase a Atenas. Su vida fue filosofar y
enseñar. Pero no le interesaron las preguntas sobre la
physis que habían interesado primordialmente a
Anaxágoras y a los filósofos anteriores porque su
preocupación era la conducta degradada de sus
conciudadanos; en consecuencia, enfocó su curiosidad
intelectual en el ser humano y en su capacidad de conocer la
verdad.
Contemporáneo de los sofistas,
muchos creyeron que era un sofista más, pero era
exactamente lo contrario. Nunca intervino en la política.
No pronunciaba discursos. No escribió nada. Según
él, nunca fue maestro de nadie. Simplemente se dedicaba a
conversar con quien quería conversar con él;
creía que la sabiduría se adquiere en el
intercambio vivo de la conversación, haciéndose
preguntas y buscando juntos respuestas. Así y sólo
así enseñó a pensar, a buscar la verdad y a
saber que es posible alcanzarla. A diferencia de los sofistas, no
cobraba por sus enseñanzas.
"Esta labor fue para la inteligencia humana
de una importancia tan considerable, que uno no se extraña
al ver a Sócrates dedicarse a ella como cumpliendo un
mandato recibido del cielo. Se echaba de ver en él, no
solamente un alto poder de contemplación filosófica
(Aulo Gelio y Platón cuentan de él que a veces
pasaba días y noches inmóvil absorto en la
meditación), sino también, como él mismo lo
decía, algo de "demoníaco" o de inspirado, un
fervor alado, un vigor libre y mesurado, y aun quizás a
veces, un instinto interior y superior que parecen revelar una
cierta asistencia extraoardinaria
La areté
es conocimiento
Como los sofistas, hablaba y
enseñaba sobre la areté, pero mientras los
sofistas decían que no podemos conocer nada
Sócrates enseñaba que la areté era
conocimiento. Si el zapatero quería ser buen zapatero
(tener la areté del zapatero) debía
conocer primero qué es un zapato, para qué se usa,
cuál es su fin, el propósito que tiene el hombre
cuando lo usa; conocido esto, hay que pensar qué forma
debe tener el zapato y de qué materiales debe estar hecho;
conocido esto, hay que pensar cuál es el mejor
método de fabricarlo, qué habilidades hay que
desarrollar para hacerlo bien. Cuando se tienen todos estos
conocimientos y se han conseguido las habilidades requeridas, se
tiene la areté del zapatero. Hoy decimos que tal
persona "entiende de zapatería" o "entiende de
electricidad" y lo que está en nuestras mentes es lo que
estaba en la de Sócrates cuando enseñaba que la
areté era conocimiento.
Con el ejemplo de los oficios útiles
y cotidianos (en el diálogo Gorgias de Platón se
dice que Sócrates "siempre está hablando de
zapateros, bataneros, cocineros y médicos")
enseñaba que la areté de cualquier
actividad o posición comienza por conocer su
fin, su propósito.
Ahora bien, si se trata de la
areté de todo hombre –de la que
pretendían ser maestros los sofistas–
Sócrates insistía que había que comenzar por
el conocimiento del fin o propósito del hombre –no
como general o político o panadero– sino simplemente
como hombre, e invitaba a los que conversaban con él a
pensar juntos cuál es el objeto del ser humano.
Sócrates no contestó
él mismo a esa pregunta, pero su gran mérito
estriba en haber hecho que los hombres se la hicieran y en
motivarlos a tratar de responderla en la creencia de que era
posible darle respuesta. Platón no sólo
escribió las enseñanzas de su maestro sino las hizo
avanzar por cuenta propia.
Tan convencido estaba Sócrates de
que la areté era conocimiento que le
parecía evidente que si los hombres llegaban a entender
qué era el bien o lo justo escogerían el bien y lo
justo. Nadie escogería conscientemente el mal. Los que
escogen el mal lo hacen por ignorancia. Si un panadero hace mal
pan es porque no sabe hacer pan y no porque quiere hacer mal
pan.
El método
para alcanzar la verdad
A Sócrates le preocupaba la ligereza
con que se usaban las palabras en la vida normal, en especial las
palabras que pretendían expresar nociones éticas,
como justicia, templanza, valor, etc. Cada quien parecía
usarlas en un sentido diferente produciendo una grave
confusión intelectual y moral. ¿Cómo dar con
el sentido verdadero de sabiduría, de justicia, de
bondad?
El primer paso era reconocer la propia
ignorancia. Repetía en sus conversaciones que no
sabía nada, pero que era más sabio que los
demás porque estaba consciente de su ignorancia mientras
los otros creían saber. Quien cree saber no se esfuerza en
buscar la verdad. El primer paso hacia la verdad es barrer de la
mente los prejuicios, las ideas incompletas, los errores que
generalmente llenan las cabezas de la gente y no dan lugar a la
verdad. Hecha la limpieza, el camino queda abierto.
¿Cómo se avanza ahora? De lo
particular a lo universal. Si se está hablando de justicia
y se quiere saber qué es justicia, la primera etapa de la
averiguación consiste en recoger ejemplos de casos
particulares en los que los presentes concuerdan en afirmar que
allí se obró con justicia. La segunda etapa es
examinar estos casos particulares, compararlos entre sí,
ver sus diferencias, ver sus cosas comunes, hasta ir dando con la
cualidad –común a todos– que nos hace afirmar
que en cada uno de esos casos hubo justicia. Esa cualidad
común es la esencia de la justicia, su definición.
Ha sido abstraída de los casos particulares por la mente
humana y gracias a un poder que sólo la mente humana
posee.
En los Diálogos de Platón
tenemos abundantes ejemplos de cómo Sócrates se
valía de este método para ir dando con la esencia
de otras virtudes.
Aristóteles afirma en su
Metafísica: "Dos cosas hay que atribuir con justicia a
Sócrates: el argumento inductivo y la definición
general." La palabra griega "inducir" dice "guiar hacia". El
pensamiento inductivo guía a la mente de los casos
particulares a la definición común.
Así, buscando la verdad moral y
siendo exigente con sus procedimientos, Sócrates inicia la
filosofía del conocimiento: el objeto del filosofar es
también el saber mismo. Tratar de asegurar que se
está dando con la verdad.
Autor:
Alfredo Balboa Roque
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